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10 comedias políticas que tienes que ver

Comedias políticas cine

La próxima semana se celebran en Europa elecciones para ver quién dirige los próximos años este continente. Tal vez sea el momento oportuno de repasar películas de corte político, aunque en clave comedia, y rescatar el reportaje que para Cinemania.es escribió Yago García.

«Es pedante. Es incompetente. Es un pelmazo… Y es el ministro de Asuntos Exteriores de Francia. Hablamos de Alexandre Taillard de Worms (Thierry Lhermite), un auténtico conflicto internacional con piernas experto en meter en líos a su jefe de gabinete (Niels Arestrup), al sufrido funcionario que le escribe los discursos (Raphaël Personnaz) y, en general, a todos aquellos lo bastante desafortunados como para servir a sus órdenes. Creado para el cómic por el guionista Abel Lanzac (seudónimo de Antonin Baudry, asesor que fue del ex primer ministro galoDominique de Villepin), este señor incalificable llega esta semana a los cines españoles en Crónicas diplomáticasuna película de Bertrand Tavernier en la que, para colmo, también actúa Julie Gayet, la pareja del actual presidente francés François Hollande.  Como a los personajes importantes hay que darles el tratamiento que merecen, nostros celebramos el estreno del filme recordando películas que nos llevaron de viaje a despachos presidenciales, gabinetes de comunicación política, oficinas de campaña y otros lugares poco recomendables, con el noble afán de hacernos reír.»

In The Loop (Armando Ianucci, 2009)

Con su serie The Tick of It, Armando Ianucci y el actor Peter Capaldi se marcaron una antológica puesta en solfa de la política del Reino Unido, en la tradición de shows como Sí, ministro Un diputado fantástico. Y, si alguien creía que dicho cachondeo iba a reducir su nivel de vitriolo al pasar a la pantalla grande, estaba muy equivocado. Cuando una indiscreción de Simon Foster (Tom Hollander)el último mono del consejo de ministros británico, revela que Downing Street y la Casa Blanca planean una guerrita de nada en Oriente Medio, el filme nos embarca en un viaje por el sórdido mundo de los spin doctors y los gabinetes de comunicación de la mano de Malcolm Tucker (Capaldi), un jefe de prensa que se hubiera merendado con patatas a los protagonistas de El ala Oeste de la Casa Blanca. A destacar la memorable intervención deJames Gandolfini como general de muchas estrellas y pocas neuronas.

La escopeta nacional (Luis García Berlanga, 1978)

Con el Caudillo recién enterrado, como quien dice, había llegado el momento de satirizar los mecanismos de un régimen tan poco dado al humor como el suyo. Ahora bien, si durante los 40 años de dictadura el Congreso estuvo de adorno, ¿dónde se decidieron sus tejemanejes? El gran Berlanga nos da la respuesta: en cacerías como aquella en la que participa Jaime Canivell (José Sazatornil), fabricante de porteros automáticos cuyas ansias de trepar le pondrán en contacto con un ministro (Antonio Ferrandis) que podría parecerse mucho a Manuel Fraga, así como con el inolvidable Marqués de Leguineche (Luis Escobar) y su extremadamente olvidable hijo Luis José (José Luis López Vázquez). Pese a que en ocasiones su visionado requiera un manual de historia del tardofranquismo, La escopeta nacional resultó tan exitosa que generó dos secuelas: la descacharrante Patrimonio nacional (1981), metida ya de lleno en la Transición, y Nacional III (1982), algo menos efectiva.

Bananas (Woody Allen, 1971)


Por cosas de la coyuntura, casi todos los intentos hollywoodienses de abordar el panorama político de Latinoamérica han sido un clamoroso fracaso. Ahora bien, ese «casi todos» abarca una excepción: aún bisoño en las cosas del dirigir, Woody Allen adaptó en este filme su relato ¡Viva Vargas!, en el que registraba las andanzas de unos intrépidos guerrilleros en un país que podría o no podría ser Cuba. Por supuesto, tratándose del genio de Manhattan, lo que nos espera aquí es un festín de cachondeo al más alto nivel a costa de las dictaduras bananeras, de las maquinaciones de la CIA y de esas revoluciones que, prometiendo arreglarlo todo, acaban consiguiendo más bien lo contrario. A lo cual hay que añadir, además, una aparición breve de Sylvester Stallone (otro titán del cine que daba sus primeros pasos) y una oportuna lección sobre cómo curar las picaduras de víbora.

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